viernes, 14 de diciembre de 2012

La casa de Campo de la familia Obregón Formoso.




Al lindante poniente de la villa de Tlacopac, circunscripción de San Ángel, al sur de la Ciudad de México, el arquitecto Carlos Obregón Santacilia y su esposa Adela Formoso Ferrer edificaron en 1930 una casa de campo que con el paso de los años pasó a ser su residencia fija y que aún existe, aunque sustancialmente modificada.



Carlos Obregón Santacilia nació el 5 de noviembre de 1896 en la ciudad de México; fue el sexto de catorce hijos del doctor Lauro Obregón Zárate (n.1860, San Luís Potosí), médico de profesión, y Doña María Santacilia y Juárez (n. 1864, Oaxaca), nieta mayor (hija de Manuela Juárez Maza) del presidente Benito Juárez. En 1916 ingresó a la Academia de San Carlos, y para 1924 presentó su examen profesional a fin de obtener el título de Arquitecto con el tema “Centro Educativo”; el jurado que le otorgó Mención Honorífica, estuvo integrado por los arquitectos Carlos Lazo, Manuel Ortiz Monasterio, Manuel Ituarte, Eduardo Macedo y Abreu, así como Carlos Martínez del Cerro. Arriba, en una imagen de 1936, Carlos Obregón Santacilia frente a la maqueta de remodelación que transformó parte de la estructura del Palacio Legislativo en Monumento a la Revolución.
En 1922 y aun siendo estudiante, recibe una asignación que le lleva a Brasil para edificar el Pabellón de México en la exposición de 1922 en Río de Janeiro, que conmemoraba el primer centenario de la independencia de ese país. El pabellón ejecutado con Carlos Tarditi y decorado por Roberto Montenegro, era una exuberante recreación de la arquitectura colonial mexicana, como parte del rescate nacionalista de la época y en el que Obregón se mostraba entusiasta. Abajo, la acuarela del proyecto (firmada Obregón/Santa.) y la portada del pabellón de México en 1922.



Ya graduado y a raíz del impulso educativo y nacionalista del Ministro José Vasconcelos, Obregón diseña en 1923 la escuela que sería emblema del impulso educativo vaconcelista: La escuela Benito Juárez en La Piedad, edificio de un estilo regionalista y moderno a la vez y en el que también participó Roberto Montenegro, para entonces cercano amigo de la destacada artista Adela Formoso; abajo, el acceso a la escuela Benito Juárez, bisabuelo del arquitecto Obregón.



El 25 de febrero 1927, en el templo de San Cosme y San Damián, Carlos Obregón contrae nupcias con la extraordinaria Adela Formoso Ferrer (1907-1981, hija de Joaquín Formoso Paadin y Adela Ferrer Martí), destacada interprete y emancipada mujer que sería patrona de las artes y al paso de los años fundó la sociedad de Amigos del Teatro Mexicano, formó parte de la Conferencia de San Francisco cuando se funda la Organización de las Naciones Unidas e incluso fue la Fundadora de la Universidad Femenina de México. Abajo, en un retrato firmado por Manuel Álvarez Bravo en 1935, Adela Formoso de Obregón.



Además de la casa en la Ciudad de México, la pareja edificó una casa de campo sobre un extenso terreno hacia el poniente del pueblo de Tlacopac -en la zona de San Ángel-, donde serían vecinos de don Teodoro Amerlink y su esposa. El predio de casi 6,000 m² en una cima con privilegiada vista hacia la zona sur y oriente de la cuenca, lindaba con la Calle de Las Flores y el Antiguo Camino de Acapulco (trazo que se transformaría en el “Anillo Periférico”). Abajo, en el plano de “Zona Urbana” del pueblo de San Ángel -fechado en 1929-, se marca el terreno donde al año siguiente se edificó la casa Obregón / Formoso.



Abajo, en una fotografía de 1936, el acceso (fachada sur) a la casa Obregón Formoso en Tlacopac; al paso de los años, la casa se transformaría en nodo cultural de la Ciudad de México y modelo de la arquitectura residencial que buscaba raíces en el nacionalismo. Más abajo, el plano de la casa en esa misma época, en una “planta” que conserva el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble, INBA., aparece como “Casa unifamiliar (1930), propiedad de Obregón Santacilia”.





Dice Alejandro Pérez-Duarte Fernández (de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona): “La casa agrupa las piezas en dos secciones, dentro de un primer grupo, sobre el lado derecho del plano, se localizan las piezas de representación, “hall” y comedor, así también como las piezas de servicio, cocina, “pantry” y “desayunos” -con una inequívoca grafía que corresponde a los llamados comedores pullman de la época. La parte izquierda del plano viene dominada por una configuración geométrica con un eje dominante que atraviesa por entero la crujía organizativa. Una zona de paso retórica, queda atravesada por la situación enfrentada por las puertas de ambas “recámaras” y organiza dos ámbitos de uso privado para la familia: el llamado “corredor” o estancia exterior a cubierto, y una pieza “juguetes” -asimilable a las habitaciones de juegos de los niños que Wright introducía normalmente en sus Prairie Houses. La alineación sistemática de las puertas de acceso a estas “recámaras”, en una trayectoria proveniente del corazón de la casa, nos permiten entender su posición subordinada. Lo que pudiera ser entendido como una brillante secuencia en enfilada de piezas, no es más que retórica disposición de un camino que necesariamente atravesará los dormitorios familiares a excepción del parental, y que partirá de la llamada pieza “costura”, y que debemos asimilar a un boudoir pequeño burgués, por tanto de índole práctica. La palabra que nombra a esta pieza como “costura” recubre una iconografía de espacio burgués y que no tiene nada que ver con el espacio de la sensualidad aristocrática. Su posición cubriendo la misma crujía que la “recámara” parental, baño, y “tocador”, constituye la verdadera esclusa del canal de circulación hacia la zona familiar. Funcionando todo como un sistema perfectamente integrado y sellado del resto de la casa. La disociación entre ambos grupos de piezas -servicio y representación, opuestos al grupo de los dormitorios- es contundente. El territorio de paso y conexión práctica entre ambas zonas es una terraza cubierta, cuya trayectoria se funde con la pieza “costura”.



El “corredor” de las recámaras se abría hacia el sur con un pórtico de columnas ovaladas en la sección sur del jardín; arriba, en la fotografía aparece en primer plano la fuente bajo la ventana del tocador. Abajo, vistas interior y exterior de los arcos de doble altura del “Hall” que enmarcan cierros de hierro forjado, cerrados por grandes paños de cristal, poco comunes en la época.




Por años, la casa fue marco de reunión para importantes grupos afines a la pareja Obregón/Formoso; como ejemplo, basten dos fotografías: abajo (de izquierda a derecha, en el jardín sur de la casa) el pintor Jorge Enciso, don Ismael Palominoz, la señora Adela Formoso de Obregón Santacilia, el poeta José Juan Tablada, el escritor Julio Torri y don Jorge Palomino. Dice el pié de fotografía “hecha por el arquitecto Obregón Santacilia, en su residencia, antes de la comida que ofrecieran a Tablada, en 1936".



Otro ejemplo es la imagen de una reunión celebrada en 1952 en la que aparecen sentados en el jardín de acceso a la casa, Adela Formoso de Obregón, Frank Lloyd Wright, Olgivanna Lloyd Wright y Carlos Obregón; además, de pie detrás de la señora Formoso, el arquitecto Walter Gropius.



Al interior, el recibidor de la casa daba acceso a la doble altura del Hall, donde por un lado se podía llegar al estudio y terraza en la planta alta (imagen de abajo) o al nicho de la chimenea, cuarto de costura y terraza norte (foto más abajo).





Las áreas públicas permitían paso al comedor de la casa, que con el ventanal semicircular, permitía vistas hacia el amplio jardín de la casas; la descripción de la imagen dice: “Simplemente un enorme ventanal circunda casi por todas partes la habitación y debajo un lambrín de azulejos y piso de losetas; las sillas revestidas de cuero rojo con adornos en oro viejo se complementan con un candil de bronce”.



Transcribo también una descripción que nos dice: “De vuelta al Hall, hacia la derecha, un arco de medio punto da acceso a la entrada de la casa y junto a la escalera, en cuyos peraltes se ve un primoroso revestimiento de azulejos poblanos antiguos; al otro lado otro rincón admirable con muebles entablerados, espejos, candiles y un gran Cristo tallado en madera, escultura del S. XVII.”





Arriba, “otro rincón encantador. Bajo la ventana, una mesa de estudio, cuya cubierta es el propio repisón: Libros, media luz y un amplio frailero del siglo XVII, forman un espacio de tranquilidad envidiable”. La descripción me resulta relevante ya que fue escrita por el propio arquitecto Luis Ramiro Barragán Morfín (entonces de 33 años), cuando colaboraba con Francisco Borja Bolado y que poco tiempo después diseñaría su propia casa en Tacubaya. Abajo, una imagen de la recamara principal, delata que el arquitecto Obregón había diseñado la ampliación del edificio para la Secretaría de Relaciones Exteriores (sobre Avenida Juárez) así como la ampliación del edificio para el Banco de México (sobre 5 de Mayo) donde los muebles presentaban ya rasgos de un elegante “DECÓ”…



Sobre el acceso, recibidor, cocina y comedor, se encontraba un estudio con amplia terraza (que seguía la curva de las ventanas del comedor) que permitían vista hacia el “parque”, que no era otra cosa sino lo que hoy conocemos como la colonia Tlacopac y sus calles de Jardín, Gladiolas, Jazmines, Margaritas y Fresnos.



La edificación aún existe, aunque en el terreno de origen se han edificado una treintena de casas y la planta de la residencia campestre ha sufrido importantes modificaciones. El acceso se encuentra ahora tras un portón en “Las Flores número 278” que da acceso a la calle Rinconada de Tlacopac, todo al lado de una de las secciones más complejas del sistema de pasos elevados del Anillo Periférico y “Segundo Piso” en la zona de San Ángel. Abajo, una imagen de Google-maps. de 2010.



Parte de la información e imágenes provienen del número 27 de la revista “plateada”, SOCIAL que apareció en Diciembre de 1936 (¡Feliz Navidad!), editada en la Ciudad de México por Francisco Borja Bolado, en Paseo de la Reforma N° 50.




Arriba, la cripta de la familia Obregón-Formoso en el Panteón Jardín.

Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. Si utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–. Conforme haya más entradas (ya hay más de 50), aparecerán en el índice a la derecha de ésta página…

También se puede encontrar un índice general en: http://grandescasasdemexico.blogspot.mx/2016/02/indice-de-grandes-casas-de-mexico.html




lunes, 10 de diciembre de 2012

La casa Espinosa de los Monteros.




En el número 202 de la Antigua Calle Real de Santa Catarina, luego avenida Juárez y hoy Francisco Sosa, se localiza la parte más visible de la casa que nos ocupa y que ahora parcialmente alberga la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles, nombre que lleva en honor del historiador y politólogo veracruzano. Arriba, en una fotografía de 1949, la casa Espinosa De los Monteros, sobre la Avenida Juárez; abajo, en una fotografía de 1948, el puente de Panzacola sobre el río de La Magdalena.



La Calle Real, que para 1929 recibía el nombre de Avenida Juárez (y que de origen ligaba el Templo del Carmen en San Angel, con el Templo de San Juan Bautista en la Villa de Coyoacán), es reconocible por iniciar a un costado de la capilla de Panzacola y su puente sobre el río de La Magdalena, y rematar en los arcos de la Plaza Hidalgo, justo frente a lo que hoy conocemos como el Jardín Centenario -1910-. Abajo, un fragmento del plano “Zona Urbana de Coyoacán” (que forma parte del Atlas General del Distrito Federal), en que puede verse el Camino Real, llamado entonces Avenida Juárez (hoy Francisco Sosa) y justamente en el número 11 (que en el plano marca como la ubicación del “Cine Esperanza”) el terreno de don Juan de Luna en que se edificaría la casa Espinosa De los Monteros.



Sabemos que en 1780, terreno y casa pertenecían a Don Juan de Luna Celis, quien en una esquina del terreno instaló una pequeña fábrica de papel, aprovechando la “estructura que se encuentra frente a la Plazuela de Santa Catarina” y su capilla; para 1807 hay noticia que “se edificó una hermosa casa con ajaracas y balcones, que con dirección al mediodía se refresca hacia frondosos jardines que llegan hasta las canteras...”



Durante el proceso de independencia, en 1821, la casona del Camino Real fue adquirida por don Juan José Espinoza de los Monteros, secretario de la Suprema Junta Provisional Gubernativa y quien redactó y transcribió en dos ejemplares el “Acta de Independencia del Imperio Mexicano”, documento mediante el cual el entonces Imperio Mexicano (con Agustín de Iturbide) declaraba su independencia del Imperio español (ese documento fue redactado, transcrito y firmado en el Palacio Nacional de la Ciudad de México, el 28 de septiembre de 1821 por el secretario de la Suprema Junta Provisional Gubernativa don Juan José Espinosa de los Monteros).
Años más tarde, la casa pasó a la propiedad de don Antonio Espinosa de los Monteros y María Choza de Espinosa de los Monteros para luego llegar -en los años cuarenta del S. XX- a manos de su hijo, el economista (egresado de la UNAM así como de la Universidad de Harvard) Antonio Espinosa de los Monteros y Choza (Sinaloa, febrero 15, 1903 – Coyoacán, 1959) quien casaría con Blanca Rice. Abajo, en una fotografía de George Fayer fechada en 1945, aparece Antonio Espinosa de los Monteros y Choza quien fue Embajador de México ante EEUU durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho (1945 - 1946), así como durante le presidencia de Miguel Alemán (1946 - 1948), además de director-fundador de Nacional Financiera, profesor y fundador de la Escuela Nacional de Economía, autor de varios libros y colaborador en diversos diarios.



En 1929, probablemente a raíz de la amistad de Blanca Rice de Espinosa de los Monteros con Adela Formoso de Obregón, Don Antonio Espinosa de los Monteros y Choza encargó al arquitecto Carlos Obregón Santacilia la ampliación de la estructura colonial y la unificación del conjunto con los jardines. Abajo, en una fotografía de 1949, los jardines de la casa Espinosa de los Monteros.



Por esa época, el arquitecto Obregón Santacilia era conocido por haber edificado el pabellón que representó a México en la “Feria de la independencia” en Río de Janeiro durante 1922 y 23, así como por haber diseñado la Escuela Benito Juárez por instruccines del Secretario de educación José Vasconcelos, ambos en un estilo “colonial”; aunque probablemente su mejor carta de presentación era la casa que había edificado en Tlacopac, y que será parte de una entrada futura en éste Blogg. Abajo, en una fotografía de 1949 (que apareció en “Social” N° 157, de agosto de ese año), los jardines de la casa Espinosa de los Monteros; a la derecha de la imagen, las arcadas de la estructura del S. XVIII y a la izquierda la ampliación con proyecto de Obregón Santacilia.





En Agosto de 1949, la revista “Social” N° 157, registró bodas, recepciones y despedidas en embajadas, fiestas y cocteles; también dedicó una parte de su examen a la casa Espinosa de los Monteros y por lo interesante, sugestiva y en ocasiones gandilocuente que resulta la redacción de Francisco Borja Bolado, transcribo los pies de imagen que acompañaron a las fotos…

“*** Interiormente, en especial en los salones de recepción, la biblioteca y el comedor, la residencia ofrece conjuntos de estilo muy bien logrados y muy suntuosos por la calidad del mobiliario y de las valiosas obras de arte. En la foto siguiente, una vistosa perspectiva del hall que sirve de unión a las dos construcciones de la casa y del que parte la escalera que lleva al segundo piso, resuelta con una variada composición arquitectónica de arcos y remate en cúpula.”



“*** Transpuesto el vestíbulo, hay un primer salón –foto de abajo- , cuyo decorado y composición le dan un precisado ambiente colonial: muros encalados, techos con viguería de cedro, capialzados en concha y, en los muebles, destacadamente, una espléndida arquimesa del siglo XVII con incrustaciones de marfil, dos ciriales tallados y policromados, un precioso arcón español y, también de ese tiempo, una mesa tallada y un sillón auxiliar. Mencionemos, por su calidad, el tapete oriental, tejido a mano, un antiguo reloj inglés –gran (sic.) sonnerie- y varias pinturas religiosas de mérito.”



“*** En la siguiente fotografía, otro salón –el de música-, en el que se repite la decoración del estilo, valorizada por el techo en bóveda y el vistoso capialzado de la ventana. En el mobiliario, además del sofá español con laterales movibles, tapizado en terciopelo carmesí, hay dos primorosas cómodas entableradas del siglo XVIII; otra más, italiana y, en las obras de arte, espléndidas pinturas antiguas –escuela italiana y mexicana-, varias telas bordadas, piezas ornamentales de plata y dos admirables esculturas en madera, estofadas, de origen guatemalteco.”



Abajo, “***en el salón principal –inmediato al de música-, la composición de marcado estilo romántico, está realizada con exacto sentido del ambiente. El conjunto es muy suntuoso; los muebles, en palo de rosa, tallados, forman uno de los juegos más completos: sofáz, sillones y sillas de medallón con tapicería de brocado de seda en color bugambilia, mesa de tortuga, varias mesitas y rinconeras y consolas, éstas con altos espejos tallados y dorados. Como complementos indispensables, un soberbio candil de cristal cortado, cortinajes de raso de seda en colores oro y bugambilia, un gran tapete primorosamente tejido y el piano de concierto –también del siglo pasado-, histórico casi porque en él, en su viaje a México, en una visita íntima a los señores espinosa de los Monteros –con quienes vino y regresó a Washington-, el señor presidente Truman tocó varias de sus obras preferidas. Muy decorativa la chimenea de cantera labrada, la calosía que cubre los cristales de la puerta principal y, muy bien logrado el retrato al oleo de la señora de la casa, original de Dreschler.”


Abajo, una imagen de mi archivo que complementa a la anterior.



“*** Estamos ahora –fotografía siguiente-, en la biblioteca, también en la parte antigua de la casa y también decorada y amueblada en el estilo español de la época. Destaca, desde luego, la gran chimenea de cantera blanca, en cuyo centro, labrado artísticamente, está el escudo real de la antigua Villa de Coyoacán. El mobiliario, elegante y severo, comprende varios grandes libreros de cedro adosados a los diversos muros del salón, un sofá, sillones y mesas igualmente de cedro, lámparas con pantallas de pergamino pintadas a mano y, magníficos, el tapete persa y los cortinajes de paño con bordados de oro. El candil y los candelabros de bronce, el cristo –talla del siglo XVII- y otras piezas de plata, de arfil, de cobre, son detalles de ambiente muy apropiados y de gran calidad.”



“*** El comedor, señorial y suntuoso, es otro salón de gran categoría. La decoración, especialmente por el soberbio artesonado del techo –madera y realces dorados-, es muy vistoso. Los muebles, ricamente tallados, con tapicería de brocado en las sillas y los sillones, acusan reminiscencias florentinas de la época, que se precisan delicadamente en las cómodas, de tipo Credenza y en el candil tallado y policromado en madera. Precioso el biombo, con pinturas florales muy bonitas y, de gran belleza, el cuadro al óleo que representa una fonda italiana del siglo XVI y el excelente tapiz de terciopelo rojo con sorprendentes bordados en seda. Mencionemos el gran tapete persa y, en la platería, los valiosos candelabros y otras piezas cinceladas de la antigua artesanía mexicana.”



“*** En la parte nueva de la casa, además de las alcobas de los señores, las de huéspedes, etc. Están las recámaras de las señoritas –Blanca y Antonieta-, que aparecen en las fotos siguientes. En la primera –decoración y alfombrado en gris perla, cortinas de gasa blanca-, hay un elegante juego de muebles tallados en madera de avellano, en su color, de precisado estilo francés. Comprende además de la cama –con cubierta de raso color oro-, los burós, una gran cómoda, el primoroso secretaire y el tocador con silloncito tapizado en seda. El espejo y el candil de cristal veneciano y la pintura –primitiva italiana-, son detalles de exquisito gusto. *** En la otra alcoba, también con alfombrado y decoración en tonos muy claros, los muebles son igualmente franceses, pero laqueados en blanco y con las tallas perfiladas en color. Las telas de Chintz de la sobrecama y del silloncito y las cortinas también de gasa , imprimen una graciosa feminidad al conjunto…”





Hasta aquí las peculiares descripciones de don Francisco Borja Bolado en 1949.
Años más tarde, luego de la muerte de Antonio Espinosa de los Monteros y Choza en 1959, la casa pasó a propiedad de don Francisco Armida quien se mudó con su familia, conservando el viejo casco original, la ampliación de Obregón Santacilia, así como la antiquísima cruz atrial que permanece en el primer patio de la casa; grandes cambios llegaron en la década de 1960, cuando la familia Armida comenzó a ampliar y subdividir la propiedad para alojar a todos sus miembros, manteniendo en lo posible el estilo “colonial”, aunque transformando la ampliación de 1929 y saturando los jardines. La tarea cultural de la casa comenzó en julio de 1985, cuando el gobierno del Presidente Miguel de la Madrid donó una parte –que había servido como Casa de Campaña- y los terrenos para que se fundara una casa de cultura. A partir de 1986, la parte más visible de la casa es la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles, con acceso por Francisco Sosa 202…



Arriba, en una imagen de Google-maps, la arbolada zona de Coyoacán, justo frente a la plaza de Santa Catarina y donde inicia la diagonal de Venustiano Carranza; en el círculo rojo, la casa Espinosa de los Monteros. Abajo, una fotografía de 192 donde aparece la Avenida Juárez, justo frente a la casa Espinosa de los Monteros…



Este Blog se ha hecho gracias al apoyo incondicional de Julieta Fierro; está dedicado a las “Grandes casas de México” y pretende rescatar fotografías e historia de algunas de las residencias que al paso del tiempo casi se han olvidado y de las que existe poca información publicada. El objeto es la divulgación, por lo que se han omitido citas y notas; si alguien desea mayor información, haga favor de contactarme e indicar el dato que requiere. Si utilizan las imágenes, favor de indicar la fuente –aunque advierto que pueden tener registro de autor–. Conforme haya más entradas (ya hay más de 50), aparecerán en el índice a la derecha de ésta página…

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